Aunque no alberga los edificios de gobierno, Amsterdam es la capital oficial del Reino de Países Bajos. Se cita como fecha de fundación de la ciudad el 27 de octubre del año 1275, cuando a los habitantes que moraban allí se les quitó la obligación del pago de peajes. En 1300 obtuvo los derechos de ciudad, comenzando a crecer hasta convertirse en un importante puerto comercial, alternando su expansión con épocas de declive. Amsterdam ha terminado siendo una importante ciudad llena de tesoros artísticos y culturales que hacen de ella una urbe vibrante y llena de vida. Es además todo un ejemplo de aperturismo que llama a la tolerancia y también a la diversión.
Pasear por Amsterdam es disfrutar de una postal que no termina. Sus canales son el símbolo de una ciudad que tiene que ser navegada, y por supuesto también recorrida en bicicleta. También conviene mirar hacia arriba para admirar los característicos edificios que se sitúan a un lado y otro de los canales. Ya solo eso supone una gran experiencia, pero Amsterdam ofrece mucho más. La Plaza Dam es el corazón de la capital neerlandesa y el lugar en torno al que se creó. Su edificio más importante en el Palacio Real, levantado en el siglo XVII y que originalmente fue sede del Ayuntamiento y que tras la subida al trono del primer Rey de Países Bajos de la Casa de Orange-Nassau se transformó en Palacio Real. La Familia Real de Países Bajos no vive en este lugar, que es utilizado para contados actos oficiales. Junto al Koninklijk Paleis se asienta la Niewekerk o iglesia Nueva, construida en el siglo XV y lugar en el que se produce la investidura de los Reyes y Reinas de Países Bajos. En el centro de Dam se alza el conocido como Monumento Nacional, un obelisco de 22 metros de altura que se erigió en homenaje a los soldados neerlandeses en la II Guerra Mundial.
Los museos son uno de sus puntos fuertes. Los más icónicos están situados en Museumplein, donde se encuentran las famosas letras de Amsterdam y son el Museo Van Gogh, que alberga más de 500 dibujos y 200 dibujos del genial pintor apasionado de los girasoles, y el Rijksmuseum, que tiene entre sus salas una de las joyas de la pintura neerlandesa: La Ronda de Noche de Rembrandt. El Stedelijk, el Hermitage Amsterdam, filial del Hermitage de San Petersburgo, pero no por ello menos interesante, la Casa Museo de Rembrandt, la Casa de Ana Frank, el Museo de la Resistencia o el Museo de la Ciencia NEMO son también dignos de ser visitados. Entre tanto museo apetece un poco de zonas verdes donde descansar o pasear no solo en bicicleta; el mejor lugar para ello es Vondelpark. Otros lugares interesantes son la plaza Leidseplein, plagada de restaurantes y bares y los típicos coffee shops, el Barrio Rojo, el más que recomendable mercado de las flores, la Heineken Experience o Begijnhof, con su curioso patio y su casa más antigua de Amsterdam, una ciudad que sabe aunar tradición y modernidad.