Viajar siempre es una experiencia enriquecedora, pero Euskadi tiene algo especial que enamora al visitante que se anima a descubrir sus encantos. Y si País Vasco en general es atrayente, más todavía lo son Bizkaia y su capital, Bilbao, que suponen una escapada perfecta para el que quiera disfrutar de arte, shopping, cultura, de monumentos originales y por supuesto de una esmerada y deliciosa gastronomía. Lo ideal sería poder pasar una vida entera allí, pero nos podemos conformar con una estancia de tres días. Hay mucho que ver y mucho que hacer, pero siempre se puede repetir en un Bilbao y alrededores que están llenos de tesoros que disfrutar.
Bilbao es un claro ejemplo de que se pueden hacer bien las cosas. La ciudad vasca sufrió un intenso proceso de rehabilitación y embellecimiento tras la reconversión industrial. Murió un Bilbao y nació otro con el Museo Guggenheim como principal exponente. Es sin duda este centro de arte, que se alza poderoso a la orilla de la ría, el símbolo de Bilbao, y por supuesto merece una visita si es la primera vez que se ha ido a la urbe vasca. Sí, no hay duda de que hay que dedicar tiempo a recorrer sus salas y admirar las obras de arte contemporáneo que alberga este singular edificio de titanio diseñado por Frank Gehry. Pero en esta ocasión, esta escapada a Bilbao y otros sitios de Bizkaia no se centra solo en el Guggenheim, sino en otros de los encantos de la zona para descubrir y disfrutar Bilbao desde otro punto de vista.
Día 1Tiendas, gastronomía y un paseo por Bilbao
Bilbao es la escapada perfecta vengas de donde vengas. Para llegar hasta allí se puede hacer tanto por carretera, al estar bien conectada por la Autovía del Cantábrico o por la AP-68, como en tren o en avión. El aeropuerto de Bilbao, cuya terminal fue diseñada por Calatrava, se encuentra en Loiu, a unos 12 kilómetros de la capital. Si se llega por vía aérea, el día está despejado y vas en ventanilla, prepárate para las hermosas vistas que se aprecian de la costa vizcaína.
Para alojarse en Bilbao una buena opción es el Radisson Collection, situado al principio de la Gran Vía de Don Diego López de Haro, la arteria principal de la ciudad, y que ocupa lo que en su momento fue la sede del antiguo Banco Hispano Americano. Este establecimiento hotelero en el que no falta detalle cuenta con un restaurante en el que se sirve comida japonesa y vasca, una fusión perfecta para disfrutar de este viaje gastronómico.
Disfrutar del hotel está bien, pero es un pecado estar en una ciudad así y no salir a recorrerla. La primera parada es Eguzkilore, una original joyería a la que hay que llegar paseando por la Gran Vía de Bilbao. Se trata de una larga avenida comercial siempre animada y en la que es importante mirar de un lado al otro y sobre todo hacia arriba para admirar la belleza de los edificios que allí se asientan. El más majestuoso de todos ellos es el Palacio de la Diputación Foral de Vizcaya, una joya del eclecticismo que data de 1900.
No hay que caminar mucho para llegar a la Plaza Moyúa, eje del ensanche bilbaíno en el que se erigen el Hotel Carlton o el Palacio Chávarri. Es un lugar perfecto para fijarse en las entradas y salidas del Metro de Bilbao, que son tan originales que no se le pudo buscar un nombre que lo fuera tanto, así que fueron bautizadas coloquialmente como 'Fosteritos' en honor a Norman Foster, el arquitecto que las diseñó.
Joyería Eguzkilore
Ya no lejos de allí se encuentra la joyería Eguzkilore (Calle Máximo Aguirre, 20), un agradable espacio perfecto para comenzar un día de compras en Bilbao. ¿Y por qué es tan especial? Porque su producto estrella son los diseños en oro y plata basadas en la flor eguzkilore, que significa flor del sol en euskera. Este cardo crece salvaje en los montes vascos y sobre él recae la protección de los hogares en Euskadi.
En 2007, la familia Zuluaga creó un broche inspirándose en esta flor, y ante el éxito continuaron con colgantes, pendientes y pulseras. Cuenta la leyenda que quien cuelgue un eguzkilore en su hogar se protege de los malos espíritus, y como lamentablemente esta flor ya no abunda y debe ser protegida, la tradición puede cambiarse por llevar una joya basada en el eguzkilore, una forma de recordar siempre Euskadi.
Un paseo por el ensanche y el casco viejo hasta Meltxora
El siguiente punto de la ruta es Meltxora, una tienda de ropa tradicional vasca. El paseo es perfecto para ir descubriendo algunos rincones interesantes de Bilbao empezando por la calle Ercilla, donde se encuentran unas meninas como las que se han popularizado en otros puntos de España.
Meninas aparte, el paseo continúa por Rodríguez Arias. Parada obligada es la estación de tren de Bilbao, la Estación de Abando Indalecio Prieto, donde destaca una vidriera policromada ante la que merece la pena pararse. El camino nos lleva a otra estación, la de la Concordia, cuyo estilo modernista da un toque especial con vistas a la ría de Bilbao.
Llega el momento de atravesar la ría a través del puente del Arenal. Aunque la ruta tiene que seguir, no dudes en mirar a un lado y al otro para admirar también la vista que se tiene del Ayuntamiento de Bilbao, o Casa Consistorial de Bilbao. Como dato, aunque esta es una urbe grande y capital de Bizkaia, no tiene rango de ciudad, sino de villa.
Al cruzar el puente se entra en uno de los lugares más interesantes de Bilbao: el casco viejo. Imponente se alza el Teatro Arriaga, templo de la cultura bilbaína, desde donde tomar la calle Bidabarrieta hasta llegar hasta la plaza de Santiago (donde se erige la Catedral de Santiago), previa parada la Fuente del Perro, que hace esquina con la Calle Perro. Allí se encuentra este lugar de interés en el que no encontrarás un caño con forma de cabeza de perro, sino tres cabezas de leones.
Mientras se disfruta del Bilbao de las Siete Calles, entre vías llenas de comercios y muy transitadas y edificios de interés con un encanto especial, se llega a la Calle Carnicería Vieja, Arategizar Kalea en euskera, donde se encuentra Meltxora. Se trata de una tienda de moda tradicional vasca cuyos orígenes datan de 1898, cuando se abrió en la calle Somera una tienda para vestir a aserritarras y arrantzales.
El negocio prosperó y terminaron mudándose a Arategizar Kalea, donde se pueden adquirir diversas prendas tradicionales vascas que siguen teniendo mucho tirón tanto en mujeres como en hombres, en niños, jóvenes y mayores. Además, se pueden adquirir productos de textil para hogar artesanales en este local que es pura esencia vasca.
Sombrerería Gorostiaga
Tras dar una vuelta por el Bilbao de las Siete Calles, conocer el Mercado de la Ribera y disfrutar de pintxos y txacolís, es hora de conocer otro espacio comercial que es todo un emblema de la ciudad. Se trata de la Sombrerería Gorostiaga, ubicada en la Calle del Víctor, 9 (Viktor Kalea, 9), y toda una superviviente dentro de un sector que conoció tiempos de mayor esplendor, pero que ha sabido adaptarse y seguir encargándose de que locales, visitantes y compradores online luzcan boinas de la mejor calidad.
La Sombrerería Gorostiaga data de 1857, año en el que fue fundada por Fructuoso Gorostiaga y su esposa en un tiempo en el que nadie quería salir a pasear por Bilbao sin llevar su boina o sombrero. El negocio iba bien, pero debido a que el hijo de los fundadores no quería continuar con la empresa, la sombrerería acabó siendo llevada por el leonés Isidoro Pirla. Como cuenta Emilio Pirla, descendiente de Isidoro y quien se encarga del negocio, la propiedad siguió en manos de los Gorostiza hasta que se traspasó a los Pirla tras la Guerra Civil. Desde entonces, los Pirla gestionan completamente esta Sombrerería surtida con boinas Elosegui que es toda una ventana a la historia viva de Bilbao.
La Manducateca
Es importante mantener el comercio local al mismo tiempo que hay que apostar por los lanzamientos. Así, tras tanto paseo por el Casco Viejo hubo que volver a cruzar la ría y adentrarse en Abando para llegar a La Manducateca, situada en la Calle General Concha 7. Allí se encuentra esta tienda gourmet especializada en quesos, pero también en cervezas artesanas, en vino, en pan de masa madre y harina ecológica y en chocolate de la máxima calidad.
Además, La Manducateca no es solo una tienda, sino que allí también puedes disfrutar de una cata con algunos de los productos que se venden en el establecimiento, es decir, con queso, vino, cerveza o chocolate. Sin duda hay variedad para todos los gustos en este lugar perfecto para hacer un alto en el camino.
El Arratiano
No muy lejos de La Manducateca se encuentra El Arratiano, concretamente en la calle Colón de Larreátegui, 27. Fundado en 1925 como Ultramarinos Ortiz, terminó cambiando su nombre a El Arratiano por el hombre que montó la tienda, Andrés Ortiz, originario del Valle Arratia. En El Arratiano hay dos espacios diferenciados que se encuentran uno al lado del otro:
- El Arratiano Delicatessen : Aquí está la zona de alimentación con productos de la huerta, conservas, legumbres o vinos. Sorprende la colección de vinos que se puede encontrar.
- Pastelería Goya : En esta parte del local están los productos de pastelería, donde no faltan las Carolinas, dulce típico de Bilbao.
Vinos en la Vinoteca Manu Martín y cena en Rockade
El paseo prosigue hacia las cercanías del Guggenheim. Allí se encuentra la Vinoteca Manu Martín, ubicada en la calle Lersundi, 15 y un lugar muy especial para los amantes del vino, para quienes quieren disfrutar de los tintos, blancos y rosados, pero también de los dulces y de los espumosos. Hay caldos de toda España, y por supuesto de la tierra. Sin embargo, pese a los buenos vinos de Euskadi, comentan los entendidos que a la gente de Bilbao le sigue tirando todavía mucho el vino de Rioja. Mala elección tampoco es, desde luego.
Aprovechando la zona es obligatorio caminar por el entorno del Guggenheim, donde además de ver desde abajo el Puente de la Salve, la famosa escultura de la araña, cuyo nombre es Mamá, y sobre todo el icónico perro Puppy, escultura floral de Jeff Koons que lleva desde 1997 junto al museo, se puede admirar 'Niebla', obra de Fujiko Nakaya, que llena el estanque del Guggenheim de una niebla que da un toque misterioso al entorno y que impresiona más cuando se ha ido la luz.
Y para terminar una intensa jornada se puede ir a la céntrica Alameda Recalde, donde en el 11 se encuentra el restaurante Rockade, un local que transporta a los años 80 del siglo XX con las clásicas máquinas Arcade para divertirse antes o después de disfrutar de una cena.
Día 2El Puente Colgante, Enoturismo y dragones
Después de un intenso primer día todavía tiene que haber ganas de más. Tras conocer algunos de los comercios más típicos y sorprendentes de Bilbao y haber dejado que la ciudad nos enamore con sus calles, sus monumentos y por supuesto con el Guggenheim y la ría, es momento de salir de la capital para recorrer algunos de los puntos más importantes de Bizkaia. No se puede todo, eso es imposible, pero lo que está, lo merece.
Puente Colgante de Portugalete
Navegando ría abajo hacia el mar se encuentra Portugalete, una encantadora villa en la que admirar su bonito ayuntamiento, la Basílica de Santa María o la Torre de Salazar. Pero por bonitos que sean estos monumentos, que lo son, no pueden competir con la joya de la corona que Portugalete comparte con Getxo: el Puente Colgante. El Puente Bizkaia, que así se conoce también, es una enorme estructura de hierro de 61 metros de altura que fue inaugurado en 1983.
Se cruza de un lado a otro a través de un transbordador que lleva personas y vehículos entre Portugalete y Getxo. Hay además un ascensor panorámico con el que admirar las vistas desde 50 metros de altura y disfrutar un poco más de este símbolo de la industria de Bizkaia con el hierro como máximo exponente. Si tienes suerte, puede que veas a las traineras entrenarse Nervión arriba y Nervión abajo o incluso a algunos intrépidos hacer puenting desde lo alto del Puente Colgante.
Visita a la Bodega Itsasmendi y cata de vinos
En una escapada a tierras vizcaínas no podía faltar una visita a una bodega con cata de vinos incluida. Para ello, nada mejor que la Bodega Itsasmendi, situada en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai y a dos pasos de Gernika. Aquí se encuentran unas 35 hectáreas de viñedo que dan forma a esta bodega cuyo nombre no es un capricho. Itsas significa mar, mientras que mendi es montaña en euskera. Teniendo en cuenta las ondulaciones que envuelven esta zona y la proximidad al Cantábrico, no podía haberse acertado más al nombrar esta bodega que buscó y logró ofrecer un txacoli de calidad.
La visita comienza en la Cabaña Urdabai, una primera toma de contacto en la que degustar un Itsasmendi 7, por supuesto un txacolí. La visita prosigue por la zona exterior del edificio principal, bajando hacia una agradable zona entre viñas y pegada al bosque y al río Amunaga, que riega la zona. Aquí tocó el Bat Berri, un curioso vino anaranjado que merece la pena probar. Tras un paseo por la zona de barricas y otros espacios de la bodega hubo tiempo para un Eklipse, un tinto, que nunca puede faltar, así como un Uretzi, un vino dulce cuyo nombre significa agua y miel.
Comida en 1000 Kolorau
Después de la cata nada mejor que visitar un buen restaurante. Muy cerca de allí se emplaza el 1000 Kolorau, concretamente en la Plaza San Juan Ibarra Plaza, 9 de Gernika-Lumo. Y si este viaje también se trataba de gastronomía, había que apostar fuerte. Y así fue. En 1000 Kolorau se pueden degustar platos como gamba alistada, pulpo a la plancha con puré de patata, txangurro de centollo y solomillo. Para los amantes del dulce, lo mejor es su espectacular tarta de manzana. No decepciona.
Rocadragón o San Juan de Gaztelugatxe
San Juan de Gaztelugatxe siempre fue un lugar muy especial y muy visitado. Sin embargo, todo se magnificó cuando la serie 'Juego de Tronos' eligió este enclave para situar allí Rocadragón. La playa de Zumaia se fusionó con San Juan de Gaztelugatxe para convertirse en la fortaleza ancestral de la Casa Targaryen, a la que llega Daenerys en el primer capítulo de la séptima temporada.
Desde entonces las visitas crecieron para ver de cerca esta joya que se encuentra entre los municipios de Bakio y Bermeo y que es famoso, además de por la serie, por sus 241 escalones y por la Ermita de San Juan que se alza en lo alto. Para llegar hasta allí hay que conseguir un ticket con el fin de garantizar el orden en las visitas. Si no se ha pedido o no hay tiempo, otra opción es acercarse al Restaurante Eneperi, donde se pueden admirar unas estupendas vistas desde un área recreativa y un mirador.
Cena en San Mamés
El 16 de septiembre de 2013 se inauguró el nuevo Estadio San Mamés, donde juega el Athletic de Bilbao. Conocido popularmente como La Catedral, además de ver partidos se puede disfrutar de un almuerzo o una cena en su restaurante. Te guste o no te guste el fútbol, si eres amante de la buena comida, este es su sitio. Y si a tu placer por la gastronomía se le une una pasión por este deporte, la experiencia es obligada.
Bajo la batuta de Fernando Canales, el restaurante San Mamés ofrece numerosos productos interesantes, pero destacan la ensalada de bacalao y su pil-pil, el canelón de chipirón, la chuleta de vaca frisona con pimientos y como postre, el gratén de maracuyá.
Día 3Museo y buena comida
El viaje toca a su fin, pero todavía hay una mañana para hacer un poco de turismo. La siguiente parada es la Encartada, situada en la localidad de Balmaseda, pegada ya a la provincia de Burgos. Por supuesto tiene que haber un almuerzo de despedida en este viaje gastronómico, aunque eso sí, ya de vuelta en Bilbao.
La Encartada de Balmaseda
A poco más de 30 kilómetros de Bilbao se encuentra Balmaseda. Allí está La Encartada Fabrika-Museoa, un vestigio del pasado industrial textil de la zona que se ha convertido en un interesante museo que merece la pena visitar. Hay que tener en cuenta que solo hay visitas guiadas.
La Encartada S.A. se fundó en 1892 y permaneció en uso durante 100 años. Se trabajaba la lana para elaborar mantas, paños, guantes, bufandas o madejas, pero sobre todo boinas, que fue durante su siglo de vida su producto estrella. Junto a la fábrica se creó una colonia para los trabajadores y sus familias, así como la vivienda noble de los propietarios, una joya bien conservada que se puede visitar.
En 2007 se le dio una segunda vida a la desaparecida fábrica al abrir la Encartada Fabrika-Museoa como recuerdo del pasado industrial. Su principal atractivo es una colección de maquinaria de finales del siglo XIX y principios del XX en muy buen estado de conservación, lo que le convierte en uno de los museos industriales más valiosos de Europa.
Además, se pueden admirar exposiciones, la casa de los propietarios, donde te sientes como si abrieras una ventana al pasado, o pasear por las zonas verdes aledañas, por donde pasa el río Kadagua. También se pueden adquirir boinas y escuchar las explicaciones de una de las últimas trabajadoras de la fábrica para conocer un poco más sobre La Encartada.
La Encartada
- Dónde: Barrio El Peñueco, 11 48800 Balmaseda (Bizkaia)
- Horario: Del 1 de noviembre al 30 de abril: De martes a domingos de 10:00 a 14:00 horas | Del 1 de Mayo al 31 de octubre: De martes a sábados de 10:0 a 14:00 y de 16:00 a 19:00 horas | Domingos y festivos de 10:00 a 14:00 horas
- Precio: 5,5 euros
- Página web: La Encartada Fabrika-Museoa
La Olla, el almuerzo de despedida
Para decir adiós a este viaje tocaba regresar a Bilbao. En la Plaza Nueva, situada en el casco viejo y famosa por sus soportales y sus restaurantes, hay uno en concreto muy interesante. Se trata de La Olla, donde el jamón, las alcachofas y el atún rojo son elecciones muy acertadas para terminar por todo lo alto esta escapada vasca.