Situado en la provincia de Lleida, el Vall de Boí, o Valle de Bohí en castellano, es uno de los parajes más encantadores de Cataluña. Se encuentra emplazado en la comarca de la Alta Ribagorza y es una de las dos entradas históricas al Parque Nacional de Aigüestortes y Estany de Sant Maurici, el único parque nacional de esta comunidad autónoma. Además de ser una región rica en naturaleza, fauna y flora, el Vall de Boí es también un valle para la Humanidad, pues en él se encuentran las joyas del arte románico catalán, nueve iglesias construidas durante el siglo XII que cuentan con el reconocimiento mundial de la UNESCO. Descubre a continuación muchos secretos más del Vall de Boí y prepara a la perfección tu paseo por este increíble rincón de los Pirineos, donde conseguirás reencontrarte con la naturaleza y la arquitectura.
Dos valles en uno: conoce el Vall de Boí
El Valle del Bohí está conformado por multitud de pequeños núcleos poblacionales que, durante siglos, estuvieron totalmente aislados del resto del mundo, siendo esta la principal causa por la cual han llegado hasta nuestros días casi intactas las costumbres y arquitectura popular de los encantadores pueblos que sostienen el valle. Además, este paraje da refugio a otros dos valles más, como son San Nicolás y San Martín, destacando este último por ser donde se encuentran los dos principales centros de población de la región, Boí y Taüll.
Vall de Boí late en el corazón de Aigüestortes
Vall de Boí se ha convertido en un lugar indispensable cuando se visita la provincia de Lleida, sobre todo para los que buscan el reencuentro con la madre naturaleza. Este valle es el corazón de los cerca de 140 kilómetros cuadrados que configuran la superficie del Parque Nacional de Aigüestortes y Lago San Mauricio, uno de los ecosistemas montañosos más espectaculares de Europa y uno de las reservas más visitadas de toda España cuyos picos más altos llegan a superar los 3.000 metros de altitud sobre el nivel del mar.
Bosques, cascadas, riachuelos, lagos de origen glaciar e impresionantes barrancos conforman algunos de los recursos naturales del valle y el parque, donde te sentirás en pleno contacto con el medio natural. Sin embargo, la postal verde más famosa de la región la componen Los Encantados, los dos picos que se reflejan en el Lago San Mauricio cuya cima siempre suele verse con algún resto de nieve. Además, en el valle el aire se respira limpio y el canto delos pájaros que forman parte de la fauna del lugar ponen el hilo musical perfecto con el que acompañar el paseo y desconectar de la rutina, no siendo necesarias las canciones que lleves guardadas en el móvil para amenizar la caminata.
Un legado románico para la Humanidad en Vall de Boí
Uno de los puntos fuertes del Valle del Bohí es la arquitectura románica. Durante los siglos XI a XIII se levantaron en esta región pirenaica nueve iglesias que actualmente constituyen uno de los legados culturales más importantes de Cataluña. Son templos de reducida dimensión construidos en piedra, con muros anchos y ventanas pequeñas, lo que obligaría a tener que ser iluminados con velas que, al tiempo, invitaban al rezo y la contemplación. En estas iglesias, no te encontrarás con el resplandor y la grandeza de las catedrales españolas, sino que la herencia románica del valle te traslada a los pilares primitivos de la arquitectura religiosa.
Todo el conjunto románico del Valle del Bohí está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde el 2000. Destaca la Iglesia de Sant Climent de Taüll de entre todas ellas gracias al espléndido pantocrátor de intensos tonos y colores de su ábside, recurrente en numerosos manuales de historia del arte. Hoy en día, esta joya de la pintura románica se puede contemplar en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, mientras que el de la iglesia es una mera copia. Sin embargo, esto no es casual, ya que los originales de la mayor parte de los frescos de todas estas iglesias se encuentran en este museo de Barcelona para facilitar su conservación.
Junto con el templo anterior, el siguiente en importancia e imprescindible es Santa María de Taüll, cuya forma y arquitectura es prácticamente la misma que la de Sant Climent, sobre todo su campanario, algo de lo que te darás cuenta rápidamente. Esta iglesia llegó a estar totalmente pintada con ricos frescos, destacando también por encima de todos los de su ábside, que representaban a la Virgen María con el Niño en brazos. El resto de edificios románicos del valle son San Juan de Bohí, Santa Eulalia de Erill-la-Vall, San Félix de Barruera, Madre de Dios de Durro, Santa María de Cardet, Santa María de la Asunción de Coll y San Quirce de Durro.
Qué hacer en el Valle del Bohí: Turismo Activo
El eslogan turístico del Valle de Bohí reza "Donde los Pirineos tocan el cielo". No es de extrañar que lo eligieran así, ya que en esta región pirenaica se encuentra una de las cotas de nieve más altas de toda la cordillera, con 2.751 metros de máxima y 2.020 metros de mínima. La estación de esquí Boí-Taüll ofrece una experiencia perfecta para los más aventureros, ya que, además de la excelente nieve que allí se recoge cada temporada, está totalmente equipada para que no falte de nada, desde inmensos aparcamientos, hasta hoteles y restaurantes.
Sin embargo, no solo del esquí se sirve esta zona, sino que también ha sabido aprovechar todos los recursos de la zona en la que se encuentra para organizar otras muchas actividades para los seguidores del Turismo Activo. De este modo, existen rutas de cicloturismo, tanto de fondo como de alta montaña, a caballo e, incluso, en parapente, pudiendo contemplar el valle como si fueras un pájaro más de los muchos que sobrevuelan este entorno. Los secretos naturales y arquitectónicos también se pueden descubrir también a través de paseos a pie, desde programas de senderismo de unas horas hasta los que comprenden jornadas completas. Descensos de barrancos o escalada son otras de las actividades más demandadas por los que buscan adrenalina y aventura en sus vidas en este rincón del Pirineo catalán.