Considerada la cuna del diamante, Amberes es una de las ciudades más fascinantes de las que Bélgica puede presumir y que, sin embargo, suele estar a la cola de otras como Brujas, Bruselas o Gante. Aunque estas ciudades son las que normalmente cuentan con un mayor reconocimiento internacional, lo cierto es que Amberes no tiene nada que envidiarles, ya que perderse por sus calles es adentrarse en un mundo de fantasía donde los jardines y las monumentales construcciones góticas dominan el paisaje.
Situada a 50 kilómetros de la capital de Bélgica, la ciudad fue siglos atrás una de las posesiones de España en Flandes y, lo cierto, es que no ha perdido todas sus influencias. Este es el caso de la religión católica o del escudo español que perteneció a Felipe II y que puede observarse en la fachada del Ayuntamiento. Si bien su historia es excepcional, no menos lo podía ser su nombre, fruto de la tradición local.
Antwerpen, como se dice en neerlandés, está formada con las palabras "Ant-", que significa mano y "Werpen" lanzar. Según una leyenda local, en el río Escalda que atraviesa la ciudad, un gigante obligaba a los capitanes de los barcos a pagar un peaje por el viaje, de manera que aquellos que no podían les cortaba la mano para tirarla al río, hasta que Silvius Brabo, un soldado romano, cansado de tal práctica se decidió a atacar al malvado gigante y le hizo lo mismo que este hacía con sus víctimas.
Ahora bien, lejos de leyendas y demás pequeñas historias, Amberes es la capital de una de las provincias (con la que comparte nombre) de Flandes. Su visita debiera ser obligada, y aunque sus más de 204 kilómetros cuadrados de superficie pueden hacerla grande para una visita fugaz, lo cierto es que todo lo esencial se encuentra en unos pocos metros cuadrados que en uno o dos días de viaje habrás podido visitar.
De la Estación al centro de la ciudad
Si hay un punto en el que los grandes viajeros afirman que debe empezar a visitarse esta maravillosa ciudad es su Estación Central, una enorme construcción cuyo aspecto no se asemeja a los tradicionales lugares de paso de cientos de personas diariamente. El edificio, que data de finales del siglo XIX, es una majestuosa obra de arte en la que tanto sus cristaleras como sus bóvedas y espectaculares suelos, bien te van a dar la sensación de estar dentro de un palacio en lugar de en una estación.
Una vez que la hayas explorado a fondo, lo más recomendable es que la visita por esta ciudad de Bélgica la hagas caminando, puesto que las distancias son muy cortas y, además, podrás empaparte del encanto que desprende la ciudad. En tan solo 10 minutos te plantarás en el centro de la ciudad y allí es obligada la visita a la Rubenshuis, es decir, a la casa de Rubens. En ella el pintor vivió los últimos 30 años de su vida. Reconvertida hoy en museo, nada más llegar la residencia te da la bienvenida con algunas obras del artista, al tiempo que se hace llamativa la evidente diferencia entre una fachada de estética flamenca y otra claramente barroca.
Como si se tratara de un viaje de ' El Ministerio del Tiempo ', atravesar la puerta principal es como retroceder hasta conseguir meterte de lleno gracias a la explicación del guía. En este sentido, lo más recomendable es que optes por las audioguías que ofrecen ya que, de lo contrario solo observarías las estancias, pero no alcanzarías a comprender todas las historias y matices que se esconden detrás de dichas paredes.
Iglesias, Catedrales y otros paisajes emblemáticos
Como bien comentábamos en las primeras líneas del artículo, la influencia religiosa de España ha sido bastante notable en la ciudad belga. Sin duda uno de los monumentos a visitar al respecto es la Iglesia de San Pablo, donde lo más curioso no es tanto la gran cantidad de órganos procedentes de toda Europa e incluso de Bélgica que conserva en su interior, sino sobre todo el imponente episodio que, a través de esculturas, refleja en su fachada. Se trata de una representación tallada en 63 figuras de El Calvario que marcan el camino hasta la que es la gran pieza del conjunto: la recreación del Santo Sepulcro.
Ahora bien, de obligada visita es también la Catedral de Amberes. Esta monumental construcción se encuentra en la Groenplaats, una de las plazas más importantes de esta ciudad de Flandes que hasta hace no mucho era el antiguo cementerio y en la que hoy día encontrarás una estatua de Rubens, así como la afamada Catedral. Este lugar de culto es considerado el más grande del país y lo cierto es que sus medidas así lo avalan. Allí podrás contemplar las espectaculares obras de arte de su artista más reconocido como el Descendimiento de la Cruz.
La magia del río Escalda
Sin duda, si hay una parte de la ciudad que acapara todos los focos y que año tras año sigue despertando curiosidad en cada viaje es el río Escalda. Protagonista de la leyenda que da origen a su nombre, el río es uno de los enclaves más visitados de la ciudad y, por ello, entre sus habitantes se ha ido extendiendo el siguiente refrán que no hace sino constatar su importancia: "El río Escalda debe su existencia a Dios, y Amberes debe su existencia al Escalda".
Precisamente atravesándolo descubrirás una de las mejores vistas del skyline de la ciudad gracias a un improvisado mirador que muy pocos conocen, pero que te ofrecerá una instantánea digna de una postal. Para ello solo tienes que dirigirte a Sint-Jansvliet, y allí cruzar el túnel de Santa Ana (a pie o en bicicleta) de poco más de medio kilómetro.
¿Por qué los diamantes?
Ahora bien, sus obras de arte no son la única historia que guarda la ciudad belga, sino que, tal y como nos hemos referido a ella al inicio del artículo, Amberes es considerada la ciudad de los diamantes. Sin duda una definición, cuanto menos llamativa, para una de las ciudades de Flandes que muchos obvian y que, sin embargo, monopoliza la mayor parte del comercio de esta piedra preciosa. Y es que por ella pasan y han pasado todas las gemas de las que se tienen constancia en el mundo, pues es allí donde no solo se venden y compran, sino también donde se tallan. Por ello, la ciudad tiene una lujosa zona dedicada en exclusiva a los más de mil negocios destinados a este fin que, si tu economía te lo permite, te permitirán hacerte con una de las piedras preciosas más demandadas por cualquiera y por qué no decirlo un souvenir de lo más original en este viaje.
Museo MAS
En este punto, ya ha quedado claro que Amberes es una ciudad que se nutre del arte y, por ello, no puedes emprender tu camino de vuelta sin visitar uno de los museos más famosos. Este, el Museum Aan De Stroom se ubica en un distrito situado cerca del puerto. Considerado el segundo puerto más grande de Europa y el cuarto del mundo, su amplitud y mantenimiento para la navegación le ha convertido en uno de los enclaves más visitados de Amberes, con lo que no es casualidad que un museo de tal envergadura se sitúe a orillas del mismo. El distrito al que nos referimos se llama Eilandje y allí podrás empaparte de la cultura y la historia de la ciudad gracias a las divertidas exposiciones que, llenas de curiosidades, te permitirán conocer a fondo esta pintoresca ciudad.